La minería
La extracción de metales
preciosos fue la principal actividad económica a la que se dedicaron los
españoles. El hallazgo de enormes fuentes de recursos en el territorio
americano fue seguido de una política de extracción que orientó a mayor parte
de los esfuerzos de la Corona.
En un primer momento, los conquistadores, asombrados por
los trabajos que los pueblos originarios realizaban con los metales, se
dedicaron a saquear o intercambiar las piezas de plata y oro con que contaban
los incas, los aztecas y los mayas. A medida que se fueron asentando en los
nuevos territorios, los españoles comenzaron
a recolectar el oro que se encontraba en los lechos de los ríos. Para
eso empleaban manos de obra indígena, mediante un régimen de trabajo forzado.
Pero el comienzo de la extracción de metales preciosos a
gran escala fue cuando se descubrieron, a mediados del siglo XVI, los
principales yacimientos mineros de América: las minas de Potosí (actual
Bolivia) y las minas de oro en Zacatecas (México). En un principio, los metales
eran extraídos utilizando las mismas tecnicas que empleaban los pueblos
originarios. Sin embargo, ya desde la década de 1570 se empezó a utilizar el
método de la amalgama, que abarataba notablemente los costos, al incorporar el
mercurio en el proceso de refinamiento.
Esta técnica demandaba gran
cantidad de mano obra indígena.
Al emplear tanta mano de
obra, los yacimientos más importantes terminaron por transformarse en grandes
centros económicos, dinamizaron todo el territorio de las colonias. Quienes
vivían allí necesitaban alimentos y otros productos básicos para la
supervivencia, que muchas veces no se producían ahí mismo. Esto llevó a que se
organizaran redes de tráfico comercial que abastecían estos centros mineros con
productos que traían desde otras regiones.
Los
ciclos de producción minera
La producción minera fue en
constante aumento durante el siglo XVI. Pero en el siglo XVII se comenzaron a
ver las primeras fisuras en esa organización colonial, extremamente dependiente
de la extracción de recursos minerales.
Donde primero se hizo
sentir estos signos fue en Potosí, zona en la que la producción de plata empezó
a disminuir y en Huancavélica, de donde se extraía el mercurio necesario para
refinar el metal. En México, por su parte, los niveles de producción se
mantuvieron constantes durante más tiempo, gracias al descubrimiento de nievas
minas.
Las variaciones en el
volumen de metal obtenido tenían consecuencias directas para la economía de la
corona española: cuando descendieron los volúmenes de plata enviados desde
Perú, toda España sintió el impacto.
A medida que se reducía el
volumen de metales preciosos que se lograban extraer, comenzó a aumentar,
paulatinamente, el dinero destinado a otras actividades, como la producción agrícola.
Es por eso que el agotamiento de los recursos mineros trajo como consecuencia
profundos cambios en la organización económicas de la colonias.
Las
actividades agrícolas
La producción agrícola en
las colonias americanas fue fomentada por los conquistadores, aunque durante
largo tiempo se mantuvo en un segundo plano respecto a las actividades mineras.
Si bien existieron algunos pequeños establecimientos agrícolas, cuya producción
se orientaba a la autosubsistencia o al
comercio dentro del territorio americano, lo más común fue la formación de grandes latifundios
dedicados a la exportación hacia la metrópoli.
En cuanto a los cultivos
más extendidos, muchos de ellos fueron traídos por los españoles desde Europa,
como el trigo, la cebada, la vid, el algodón, la caña de azúcar o el olivo.
También se generalizo la producción de algunos cultivos americanos, como el
tabaco, que eran directamente controlados por la Corona.
La producción agrícola en
América, durante la ocupación española, se organizo principalmente alrededor de
dos tipos de actividades productivas.
· Las Haciendas eran grandes latifundios
orientados a la cría de ganado y al cultivo de diversas especies vegetales. Sus
dueños eran españoles. Se originaron para satisfacer la demanda de
productos que se realizaba desde los
centros mineros y sus alrededores. Si bien estaban centradas en la agricultura,
también se podían dedicar a la ganadería o a la producción de artesanías. A
medida que la actividad minera fue entrando en decadencia, las haciendas
cobraron cada vez más importancia y adquirieron
una dinámica propia, orientándose cada vez más hacia el mercado externo.
La mano de
obra que utilizaban las haciendas era indígena, aunque unas pocas de ellas
empleaban esclavos.
· Las plantaciones, desde sus orígenes,
estuvieron ligadas al comercio interoceanico. Se dedicaban a la producción, en
grandes extensiones de tierra, de un solo producto, que luego era vendido,
exclusivamente, en los mercados españoles. Por lo general, las plantaciones se
ubicaban en zonas tropicales, y se dedicaban al cultivo de algodón, del tabaco
o del azúcar. A diferencia de las haciendas, la mano de obra que utilizaban era
las plantaciones estaba, en su gran mayoría compuesta por esclavos africanos.
En las colonias españolas,
casi todas las plantaciones se ubicaban en la zona de las Antillas, sobre el
mar caribe, y en el territorio de la actual Venezuela.
EL
TRABAJO INDÍGENA Y ESCLAVO
Como parte del proceso de
conquista, los españoles sometieron a los indígenas americanos a diferentes
formas de trabajo forzado. Aunque eran considerados súbditos del rey, los
habitantes de los pueblos originarios eran tratados, por parte de los españoles
como seres inferiores. En consecuencia, los conquistadores los empleaban en
condiciones de trabajo inhumanas, sin ninguna consideración. De esta forma, los
españoles se garantizaron buena parte de la mano de obra que necesitaban para
llevar adelante la actividad minera y el resto de los emprendimientos productivos,
y también les sirvió como herramienta
para controlar y disciplinar a los pueblos originarios.
En los primeros tiempos
coloniales, la encomienda fue el principal sistema en que se utilizo la fuerza
de trabajo indígena. El rey de España le concedía a un encomendero los derechos
a utilizar el trabajo de un grupo de indígenas.
Estos debían entregar al
encomendero un tributo, en productos y en trabajo, mientras el español a cambio
velaba por por la protección de los indigenas y los promovía su evangelización.
Por los recursos económicos con los que contaban los encomenderos adquirieron
mucho poder en las colonias, llegando a ocupar cargos en cabildos y otras
instituciones de gobierno.
Las encomiendas, la mayoría
de las veces no lograron su objetivo de incorporar a los pueblos originarios a
las tradiciones y costumbres europeas.
Hacia mediados del siglo
XVI, las encomiendas comenzaron a desaparecer, por varios motivos. Por un lado,
la Corona comenzó a temer que se formase en sus colonias un grupo de encomenderos
demasiado poderoso. Por otro, los abusos frecuentes cometidos por los
encomenderos contra los indígenas terminaron por convencer a la Corona de
acabar con estas instituciones, Fue entonces que aparecieron los
corregimientos.
Los españoles, por otra parte,
también aprovecharon algunas de las formas de organización del trabajo con las
que ya contaban los pueblos originarios. La
MITA era una institución incaica mediante la cual los ayllus entregaban
trabajadores al Inca. Aprovechando este precedente, los conquistadores
emplearon la mita para garantizarse la mano de obra necesaria en las minas.
Pero al mismo tiempo, introdujeron modificaciones drásticas en este sistema, no
respetaban los turnos a los que estaban habituados las comunidades, y las
condiciones de trabajo eran particularmente duras, lo que provocó un gran
aumento de la mortandad entre los indígenas mitayos
Los YANAS durante la época
precolombina, eran sirvientes del tawantisuyu, y se los utilizaba para
distintos tipos de tareas. Los españoles, en cambio, emplearon al sistema de
yanaconazgo para sacar provecho de los yanas mediante su empleo en las
haciendas privadas. Desligados de su comunidad de origen los yanas pasaban a
ser trabajadores forzados al servicio de un español.
El porteo se utilizaba para
obligar a los indígenas a realizar transportes de productos y mercancías a los
largo del territorio andino.
La mano de obra esclava
Al poco tiempo de que se
establecieran los españoles en la zona de las Antillas, sobre el mar Caribe,
los malos tratos a los indígenas de la zona y las enfermedades que traían desde
Europa hicieron que casi desapareciera por completo la población
originaria. Por este motivo comenzo la
importación de personas de piel negra proveniente de África, para que
trabajasen en las plantaciones de caña de azúcar de esa región, tarea que
requería gran cantidad de trabajo manual.
Este sistema, también
conocido como trata de negros se organizaba a partir de comerciantes europeos
que compraban esclavos a reyes de diferentes pueblos africanos
Existían dificultades para
su traslado hasta América, por lo cual
los esclavos africanos nunca llegaron a reemplazar por completo la
fuerza de trabajo indígena. Además los indígenas estaban mejor clasificados
para realizar ciertas tareas más complejas, como la minería, el cultivo de
granos o la crianza de ganado.
Las condiciones de vida de
los esclavos eran particularmente duras. Desde el momento en que eran
capturados en África, se los encadenaba y se los llevaba a los puertos, donde
eran embarcados hacia nuevos destinos. Una vez allí, los europeos le asignaban
un precio según sus condiciones físicas y capacidades para el trabajo, y eran
vendidos en el mercado, como si fueran mercancía. Ya en poder de los dueños debían
soportar condiciones de trabajo extenuantes en las plantaciones, donde
realizaban cualquier tipo de labor que sus propietarios le asignaban.
A medida que aumentaba el
descenso demográfico de la población americana nativa, la trata de negros se
fue volviendo más habitual. Ya sea para el trabajo de plantaciones o para la
incorporación como personal domestico en las casas de los españoles de mayo prestigio,
el envió de esclavos africanos América se mantuvo en pie hasta el siglo XIX.
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