domingo, 30 de agosto de 2015

La sociedad Colonial

La sociedad surgida tras la conquista de América incorporó muchas de las características que ya existían en la sociedad española de la época. En Europa, la consolidación de las monarquías absolutistas había contribuido a la formación de sociedades muy jerarquizadas, con una reducida movilidad social. Habituados a este tipo de modelo, los españoles que llegaron a tierras americanas intentaron reproducir la organización social que conocían.
            Apenas comenzado el proceso de conquista, los grupos sociales se organizaron en relación al color de la piel y el origen familiar.
            Por un lado los “blancos” es decir, los europeos y los hijos de europeos que habían nacido en América (llamados criollos). Los “blancos” eran el grupo privilegiado. Eran los únicos que podían gobernar y ocupar posiciones de poder. Por otro lado quedaba la mayoría de la población, “los indígenas” (o indios), considerados inferiores y sometidos al gobierno de los conquistadores y sus hijos.
            Con el paso del tiempo, la llegada de esclavos africanos vino a modificar esta situación, pues se incorporó un tercer grupo social, el de “los negros”.
Paulatinamente, estos distintos grupos sociales comenzaron a relacionarse y a tener descendencia, originando un fenómeno conocido como mestizaje, por ejemplo, cuando un “blanco” español tenía hijos con una mujer indígena o africana. Este llevó a que se fuera generando un complejo sistema de castas, con grupos diferenciados entre sí según el tono de la piel, su origen social y su posición en la escala social.

Los blancos
            Constituían el sector más elevado de la sociedad colonial. Si bien su número era reducido, tenían privilegios por sobre el resto, y eran los únicos que podían  de ocupar puestos de gobierno. En este grupos se incluían los encomenderos, los hacendados, los comerciantes, los funcionarios, la nobleza y quienes ocupaban los cargos más altos de la administración civil y de la iglesia.
            A medida que la corona se fue consolidando su dominio en América, nuevos grupos peninsulares se desplazaron a la región, aunque eran rechazados por los conquistadores primero se habían instalado allí. Esto genero tensiones entre los propios españoles, ya que las principales posiciones políticas y las actividades económicas más rentables siguieron controladas por el mismo grupo, mientras que los recién llegados debían dedicarse a actividades menos relevantes, como el comercio minorista, la producción agrícola o el transporte de mercadería de una región a otra.
Otros conflictos se originaron entre los españoles peninsulares y los españoles criollos (hijos de europeos, pero nacidos en las colonias). En general, estos últimos se dedicaron al comercio o al ejercicio de alguna profesión liberal (escribanos, abogados o médicos), pero tenían fuertes restricciones para ocupar cargos más elevados en la administración o en la instituciones eclesiásticas, ya que la Corona privilegiaba a los nacidos en la metrópoli, Están diferencias también se expresaron en la discriminación que debían sufrir los criollos por parte de los peninsulares, que los consideraban de menos nivel Social
Los indígenas
La situación de los indígenas en el sistema colonial era muy mala. Así lo que muestra, por ejemplo, el debate que mantuvieron los españoles acerca de si podían ser considerados personas o debían ser tratados como animales.
De todas formas, no todos los indígenas se hallaba en la misma posición. Cuando llegaron a América los españoles, en especial en culturas que habían originado grandes organizaciones estatales, con grupos sociales diferenciados, entre las culturas originarias. Aprovechando este hecho, los conquistadores fomentaron el desarrollo de una élite indígena que, si bien  estaba subordinada a los españoles, tenía privilegios frente al resto de los pobladores originarios.           Para poder conservar sus posiciones de privilegio, los miembros de la élite indígena adquirieron los valores y las costumbres de la cultura europea y desde entonces comenzaron  a servir como intermediarios entre la corona y la gran masa de habitantes nativos  de América.
Por otro lado, el resto de los indígenas era empleado como mano de obra forzada en las minas o en haciendas para la producción agrícola. Estaban obligados al pago de un tributo, y aunque formalmente era súbditos libres, en la práctica se hallaban a Merced de los conquistadores.

Los esclavos
En la parte más baja de la pirámide social, en tiempo de la colonia, se ubicaban esclavos africanos. Sus condiciones de vía eran particularmente duras, ya que no tenían ningún derecho: sus amos podían decidir incluso quitarles la vida.
A medida que aumento el trafico de esclavos, su presencia se difundió por distintas zonas del continente. El símbolo que indicaba que un esclavo había sido traído legalmente a la colonia (es decir, que se habían pagado los impuestos correspondientes) era una marca de hierro incandescente que se les grababa en la espalda o en el pecho.
            La mayor parte de los esclavos trabajaba en las grandes plantaciones de caña de azúcar o algodón. También, muchas veces, era utilizados en los lavaderos de oro, como en la zona del caribe, como en la zona del Caribe, o en las minas de metales preciosos de México o Perú. En otras ocasiones eran empleados para trasladar productos de una región a otra y para diferentes servicios en instituciones civiles o eclesiásticas. Finalmente, en algunos casos se los utilizaba como trabajadores domésticos en las fincas de los españoles más adinerados.

Las castas
Las distintas castas que existían en la sociedad colonial estaban formadas por hijos de padres y madres de distinto origen. Eran considerados inferiores por los blancos, quienes se preocupaban por mostrar su “pureza de sangre” ya que contar con indígenas o esclavos africanos como familiares implicaba disminución de su categoría social. Ya que en el siglo XVIII se formalizo un sistema en el que la pertenencia a cada casta se determina por la cantidad de sangre “ blanca “, indígena o negra que predominara en cara persona.
La casta más numerosa es la de los mestizos (hijos de español e indígena) Menos numerosos eran los mulatos (hijos de blanco y mujer africana) los zambos,





EL MONOPOLIO ESPAÑOL CON EL VIRREINATO CONTRABANDO DE MERCADERIA INGLATERRA

SISTEMA COMERCIAL ESPAÑOL: EL MONOPOLIO ESPAÑOL

El objetivo del monopolio español era obtener las ganancias exclusivas de los productos comerciados con las colonias de América y evitar la competencia de otras potencias europeas como Inglaterra, Francia y Holanda. España exportaba a América cerámica, calderos, sal, hilos, armas, tabaco, mercurio, espejos, papel, sellado, barajas y vidrio; e importaba cuero, sebo, tasajo y algodón. Aquí se puede apreciar el defasaje entre los productos que se importaban y los que se exportaban.
En un principio, se habilitó un solo puerto en España, el de Sevilla, y más tarde, el de Cádiz. Desde allí enviaban la mercadería a los puertos americanos de Veracruz (en México) y Portobelo (en Panamá), mediante una flota compuesta por barcos mercantes y galeones de guerra, que defendían a aquéllos de los ataques de los piratas.
Las mercaderías partían de España dos veces al año y llegaban a Veracruz entre diciembre y enero, y a Portobelo, en agosto. Desde allí eran repartidas todas las colonias por distintas rutas comerciales. Los productos que llegaban a Buenos Aires seguían el siguiente camino: del puerto de Cádiz (España) llegaban al de Portobelo; de allí se dirigían al Callao y bajaban a Lima, desde donde arribaban finalmente, á Buenos Aires.
De esta manera, las mercaderías tardaban muchos meses en llegar a destino, por la distancia que debían recorrer, y su precio se enormemente a causa del transporte. Además, muchas de ellas llegaban en mal estado.
Todo esto llevó a un hecho que fue tomando, poco a poco, gran importancia contrabando, es decir, la introducción de mercancías en forma ilícita, sin pagar los derechos de aduana. Inglaterra, Francia, Holanda y Estados Unidos contrabandeaban intensamente productos como ginebra, espejos, tejidos, seda, perfumes, adornos, vajilla, tabaco, agujas, telas, clavos, cuchillos y objetos varios Por supuesto eran mucho más baratos y las ganancias que obtenían los contrabandistas superaban el 200%.
Para tratar de cortar el contrabando, España concedió a Francia el permiso de asiento de negros y a Inglaterra, el derecho de negociar con esclavos por un periodo de 30 años, a través de los llamados navíos de permiso (uno solo por año).
En esta época es cuando se nombra á Buenos Aires capital de provincia y su actividad comercial, basada eh el contrabando, era intensa.
Buenos Aires se había convertido entonces en una ciudad de cambio , especie de feria internacional donde a falta de abundante producción propia, se introducían clandestinamente mercadería del exterior que luego se revendía en el Tucumán y Alto Perú. Como la producción local no alcanzaba valor suficiente para pagar tales introducciones, también se exportaba de contrabando productos con metálico del Perú cuya extracción estaba rigurosamente prohibida.
De esta forma el contrabando casi había roto el monopolio español. Por entonces en 1809 lo ganaderos de Bs. As. y los comerciantes españoles , ayudado por Mariano Moreno, presentaron la Representación de los Hacendados, mediante el cual solicitaban el libre comercio de sus productos. Esto fue lo que provocó la Revolución de Mayo un año después , proceso que culminó en 1816, con la independencia.
PARA SABER MAS…
El Sistema Comercial Español: La explotación de metales preciosos también fue el centro de la organización del comercio ultramarino. Una ruta comercial por donde circulaba la plata, y las monedas acuñadas con ella, unía América con España. Esta ruta privilegiaba los principales centros económicos americanos, México y Perú, desde donde se enviaba a España la plata, a cambio de manufacturas y artículos de lujo producidos en España y en otros países de Europa. España estableció un monopolio comercial para evitar que los países europeos se beneficiaran con las riquezas americanas.
Todos los productos que se dirigían a América y que llegaban de América debían pasar por el puerto de Sevilla. También prohibió a sus posesiones americanas comerciar con otras naciones y sólo abrió unos pocos puertos para el comercio con España. El transporte de las riquezas americanas se hacía a través de flotas, que circulaban protegidas por la Armada española. Año a año partían las flotas de España al Caribe; al llegar allí sus rutas se dividían.
Una ruta se dirigía a Veracruz, en México, desde donde las mercaderías se distribuían por toda Nueva España. La otra ruta llegaba a Panamá. Allí se conectaba con la ruta del Pacífico, cuyo centro era el Perú a través de su puerto, El Callao, cerca de Lima. Todos los puertos fuera de estas dos rutas estaban cerrados al comercio legal español.
La plata fue el centro de la organización del comercio de largo alcance. La producción de plata, y las monedas acuñadas con ella, eran el motor de una ruta comercia]’ que unía América con España. La ruta privilegiaba los principales centros económicos americanos, Nueva España y Perú, desde donde se enviaba a España la plata a cambio de manufacturas y artículos de lujo.
España mantuvo pocos puertos abiertos para el comercio, e implemento un monopolio comercial, ya que prohibió a sus posesiones americanas comerciar con otras naciones. Todos los años partían flotas de España al Caribe; al llegar allí, sus rutas se dividían.
Una ruta se dirigía al puerto de Veracruz, en Nueva España, desde donde las mercaderías se distribuían por todo el virreinato. La otra llegaba a Panamá, donde se conectaba con la ruta del Pacífico, cuyo centro era el puerto de El Callao -muy cerca de Lima- en el Virreinato del Perú.
Todos los puertos fuera de estas dos rutas estaban, teóricamente, cerrados al comercio legal español. Una consecuencia de esto, importante para la historia del Caribe y del Río de la Plata, fue el contrabando o comercio ilegal, por medio del cual una cierta cantidad de plata se escapaba del control español.


Actividades productivas en las colonias

La minería

La extracción de metales preciosos fue la principal actividad económica a la que se dedicaron los españoles. El hallazgo de enormes fuentes de recursos en el territorio americano fue seguido de una política de extracción que orientó a mayor parte de los esfuerzos de la Corona.
            En un primer momento, los conquistadores, asombrados por los trabajos que los pueblos originarios realizaban con los metales, se dedicaron a saquear o intercambiar las piezas de plata y oro con que contaban los incas, los aztecas y los mayas. A medida que se fueron asentando en los nuevos territorios, los españoles comenzaron  a recolectar el oro que se encontraba en los lechos de los ríos. Para eso empleaban manos de obra indígena, mediante un régimen de trabajo forzado.
            Pero el comienzo de la extracción de metales preciosos a gran escala fue cuando se descubrieron, a mediados del siglo XVI, los principales yacimientos mineros de América: las minas de Potosí (actual Bolivia) y las minas de oro en Zacatecas (México). En un principio, los metales eran extraídos utilizando las mismas tecnicas que empleaban los pueblos originarios. Sin embargo, ya desde la década de 1570 se empezó a utilizar el método de la amalgama, que abarataba notablemente los costos, al incorporar el mercurio en el proceso de refinamiento.
Esta técnica demandaba gran cantidad de mano obra indígena.
Al emplear tanta mano de obra, los yacimientos más importantes terminaron por transformarse en grandes centros económicos, dinamizaron todo el territorio de las colonias. Quienes vivían allí necesitaban alimentos y otros productos básicos para la supervivencia, que muchas veces no se producían ahí mismo. Esto llevó a que se organizaran redes de tráfico comercial que abastecían estos centros mineros con productos que traían desde otras regiones.

Los ciclos de producción minera
            La producción minera fue en constante aumento durante el siglo XVI. Pero en el siglo XVII se comenzaron a ver las primeras fisuras en esa organización colonial, extremamente dependiente de la extracción de recursos minerales.
Donde primero se hizo sentir estos signos fue en Potosí, zona en la que la producción de plata empezó a disminuir y en Huancavélica, de donde se extraía el mercurio necesario para refinar el metal. En México, por su parte, los niveles de producción se mantuvieron constantes durante más tiempo, gracias al descubrimiento de nievas minas.
Las variaciones en el volumen de metal obtenido tenían consecuencias directas para la economía de la corona española: cuando descendieron los volúmenes de plata enviados desde Perú, toda España sintió el impacto.
A medida que se reducía el volumen de metales preciosos que se lograban extraer, comenzó a aumentar, paulatinamente, el dinero destinado a otras actividades, como la producción agrícola. Es por eso que el agotamiento de los recursos mineros trajo como consecuencia profundos cambios en la organización económicas de la colonias.

Las actividades agrícolas
La producción agrícola en las colonias americanas fue fomentada por los conquistadores, aunque durante largo tiempo se mantuvo en un segundo plano respecto a las actividades mineras. Si bien existieron algunos pequeños establecimientos agrícolas, cuya producción se orientaba  a la autosubsistencia o al comercio dentro del territorio americano, lo más común  fue la formación de grandes latifundios dedicados a la exportación hacia la metrópoli.
En cuanto a los cultivos más extendidos, muchos de ellos fueron traídos por los españoles desde Europa, como el trigo, la cebada, la vid, el algodón, la caña de azúcar o el olivo. También se generalizo la producción de algunos cultivos americanos, como el tabaco, que eran directamente controlados por la Corona.
La producción agrícola en América, durante la ocupación española, se organizo principalmente alrededor de dos tipos de actividades productivas.
·    Las Haciendas eran grandes latifundios orientados a la cría de ganado y al cultivo de diversas especies vegetales. Sus dueños eran españoles. Se originaron para satisfacer la demanda de productos  que se realizaba desde los centros mineros y sus alrededores. Si bien estaban centradas en la agricultura, también se podían dedicar a la ganadería o a la producción de artesanías. A medida que la actividad minera fue entrando en decadencia, las haciendas cobraron cada vez más importancia y adquirieron  una dinámica propia, orientándose cada vez más hacia el mercado externo.
La mano de obra que utilizaban las haciendas era indígena, aunque unas pocas de ellas empleaban esclavos.
·    Las plantaciones, desde sus orígenes, estuvieron ligadas al comercio interoceanico. Se dedicaban a la producción, en grandes extensiones de tierra, de un solo producto, que luego era vendido, exclusivamente, en los mercados españoles. Por lo general, las plantaciones se ubicaban en zonas tropicales, y se dedicaban al cultivo de algodón, del tabaco o del azúcar. A diferencia de las haciendas, la mano de obra que utilizaban era las plantaciones estaba, en su gran mayoría compuesta por esclavos africanos.
En las colonias españolas, casi todas las plantaciones se ubicaban en la zona de las Antillas, sobre el mar caribe, y en el territorio de la actual Venezuela.

EL TRABAJO INDÍGENA Y ESCLAVO
Como parte del proceso de conquista, los españoles sometieron a los indígenas americanos a diferentes formas de trabajo forzado. Aunque eran considerados súbditos del rey, los habitantes de los pueblos originarios eran tratados, por parte de los españoles como seres inferiores. En consecuencia, los conquistadores los empleaban en condiciones de trabajo inhumanas, sin ninguna consideración. De esta forma, los españoles se garantizaron buena parte de la mano de obra que necesitaban para llevar adelante la actividad minera y el resto de los emprendimientos productivos, y también  les sirvió como herramienta para controlar y disciplinar a los pueblos originarios.
En los primeros tiempos coloniales, la encomienda fue el principal sistema en que se utilizo la fuerza de trabajo indígena. El rey de España le concedía a un encomendero los derechos a utilizar el trabajo de un grupo de indígenas.
Estos debían entregar al encomendero un tributo, en productos y en trabajo, mientras el español a cambio velaba por por la protección de los indigenas y los promovía su evangelización. Por los recursos económicos con los que contaban los encomenderos adquirieron mucho poder en las colonias, llegando a ocupar cargos en cabildos y otras instituciones de gobierno.
Las encomiendas, la mayoría de las veces no lograron su objetivo de incorporar a los pueblos originarios a las tradiciones y costumbres europeas.
Hacia mediados del siglo XVI, las encomiendas comenzaron a desaparecer, por varios motivos. Por un lado, la Corona comenzó a temer que se formase en sus colonias un grupo de encomenderos demasiado poderoso. Por otro, los abusos frecuentes cometidos por los encomenderos contra los indígenas terminaron por convencer a la Corona de acabar con estas instituciones, Fue entonces que aparecieron los corregimientos.
Los españoles, por otra parte, también aprovecharon algunas de las formas de organización del trabajo con las que ya contaban los pueblos originarios. La MITA era una institución incaica mediante la cual los ayllus entregaban trabajadores al Inca. Aprovechando este precedente, los conquistadores emplearon la mita para garantizarse la mano de obra necesaria en las minas. Pero al mismo tiempo, introdujeron modificaciones drásticas en este sistema, no respetaban los turnos a los que estaban habituados las comunidades, y las condiciones de trabajo eran particularmente duras, lo que provocó un gran aumento de la mortandad entre los indígenas mitayos
Los YANAS durante la época precolombina, eran sirvientes del tawantisuyu, y se los utilizaba para distintos tipos de tareas. Los españoles, en cambio, emplearon al sistema de yanaconazgo para sacar provecho de los yanas mediante su empleo en las haciendas privadas. Desligados de su comunidad de origen los yanas pasaban a ser trabajadores forzados al servicio de un español.
El porteo se utilizaba para obligar a los indígenas a realizar transportes de productos y mercancías a los largo del territorio andino.

La mano de obra esclava

Al poco tiempo de que se establecieran los españoles en la zona de las Antillas, sobre el mar Caribe, los malos tratos a los indígenas de la zona y las enfermedades que traían desde Europa hicieron que casi desapareciera por completo la población originaria.  Por este motivo comenzo la importación de personas de piel negra proveniente de África, para que trabajasen en las plantaciones de caña de azúcar de esa región, tarea que requería gran cantidad de trabajo manual.
Este sistema, también conocido como trata de negros se organizaba a partir de comerciantes europeos que compraban esclavos a reyes de diferentes pueblos africanos
Existían dificultades para su traslado hasta América, por lo cual  los esclavos africanos nunca llegaron a reemplazar por completo la fuerza de trabajo indígena. Además los indígenas estaban mejor clasificados para realizar ciertas tareas más complejas, como la minería, el cultivo de granos o la crianza de ganado.
Las condiciones de vida de los esclavos eran particularmente duras. Desde el momento en que eran capturados en África, se los encadenaba y se los llevaba a los puertos, donde eran embarcados hacia nuevos destinos. Una vez allí, los europeos le asignaban un precio según sus condiciones físicas y capacidades para el trabajo, y eran vendidos en el mercado, como si fueran mercancía. Ya en poder de los dueños debían soportar condiciones de trabajo extenuantes en las plantaciones, donde realizaban cualquier tipo de labor que sus propietarios le asignaban.
A medida que aumentaba el descenso demográfico de la población americana nativa, la trata de negros se fue volviendo más habitual. Ya sea para el trabajo de plantaciones o para la incorporación como personal domestico en las casas de los españoles de mayo prestigio, el envió de esclavos africanos América se mantuvo en pie hasta el siglo XIX.